miércoles, 17 de enero de 2018

SOS Venezuela

La mañana trae siempre consigo un hilo de esperanza, el nuevo amanecer renueva expectativas y deseos, a pesar de que en muchas ocasiones la rutina es la que nos marca el rumbo del día a día, nos levantamos, nos cepillamos, nos tomamos un café, un pan con algo de mantequilla o hay aquellos que prefieren cuidar un poco su figura y se sirven una taza de leche con cereal y miel, pensamos en el almuerzo, los niños se preparan para sus colegios y los más grandecitos se van a la universidad, los padres partimos a nuestros trabajos, antes de salir, mi pastilla de losartán para la presión, que en medio de mi estrés es mi esposa quien me la recuerda antes de mostrarme las facturas que no cesan en llegar, es como una rutina, algo tan sencillo y obvio, que aunque sintonice el dial de 92.1 no puedo evadir otros asuntos, infortunadamente, al levantar solo un poco la mirada y sin mucho esfuerzo, reparo en mi vecino, a sólo un paso de nuestras vidas, él, a diferencia de mi hogar, aún no desayuna, desaliñado sale de su casa  para proveer el alimento de sus hijos, quienes no salen por temor al hampa, busca y rebusca en bolsas de basura un poco de alimento de esos que nosotros dejamos en el plato para nuestros perros, ellos se pelean por una bolsa de harina pan cuando en ocasiones la lanzamos cual polvo carnavalero, se cepillan los dientes con agua y algo de sal, no hay pan y sobre su mesa, el fruto del mango es su primer bocado, nosotros algo dicharacheros tenemos temas y opciones a montones, ellos sólo gritan una cosa ¡Maduro coño e' tu madre! 




No puedo evitar no darme cuenta de ello, pero tal parece que a muchos no les importa, tal parece que aquí a mi lado nada está pasando, en Venezuela el criminal de Maduro despojó con su grupo armado la Asamblea Nacional, último vestigio de su democracia,  sus programas de televisión reflejan la dictadura nazi que tanto nos lamentamos, fuimos testigos del asedio y de la expulsión de muchos colombianos cruzando el río con sus pocas pertenecías a sus espaldas, sin olvidar que hay más de cincuenta colombianos presos hace más de dos años con imputaciones sin respaldo probatorio y sin haber sido sometido a audiencia de legalización de captura, es tan miserable nuestra falta de solidaridad con seres humanos y con un país que fue nuestra casa y de nuestros padres hace más de cien años, se necesitan infinitas páginas para detallar lo ocurrido allí y en mi cabeza sólo zumba el estruendo silencioso de la apatía Colombiana, abrir la frontera para que muchos oprimidos entren o cerrarla para que tomen el ejemplo de Oscar Pérez y se hagan matar por su libertad, que las calles retomen su inconformidad y los muertos en pilas ausculten la realidad venezolana que asesina a un pueblo con el único propósito de no asumir sus crimines y vejámenes.

Es hora de protestar, es hora de reclamar, es hora de que los organismos levanten sus voces de manera enérgica, es hora de pronunciarnos sin dilaciones, ni excusas baratas, es hora de exigir a nuestros gobernantes el repudio mundial por la narcodictadura ilegítima y nefasta de los criminales chavistas, es hora de nuestra fuerza activa y por más que parezca injusto es hora de defender a nuestros semejantes del golpe mortal que los amenaza y de la impunidad irrefutable de quien los subyuga.




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