De regreso a casa a la altura del parque Almendra recibí
una llamada de mi viejo amigo Ernesto, se encontraba algo perturbado y
atemorizado, se había enterado que le habían dictado orden de captura y ese fin
de semana poco o nada pudo dormir, me detuve inmediatamente y seguí escuchando
sin interrumpir, su madre quien sufre de hipertensión arterial le llamo por teléfono toda aterrorizada y con
el pulso cardiaco a mil le dio la noticia que había salido por los medios de
prensa local y a través del noticiero del reconocido canal de Telecaribe donde
el mismo Oswaldo Sampayo enunciaba la noticia, el ovejo como le llamábamos en
la escuela tenía una voz que se le entrecortaba y era apenas lógico. – Hagamos
algo, le dije, te espero en mi apartamento y hablamos allá.
Inmediatamente encendí el carro, note que el aire no
prendía, y entonces lo apague y nuevamente encendí, el truco de prender y
apagar ya me había dado resultado, lo intente varias veces pero mi “pocholito”, como le llamaba mi suegro de remoquete , esta vez no quiso complacerme
con el aire, no era tanto el calor que hacía, pero la humedad era tan terrible
que aun sin avanzar un solo metro mi espalda ya sudaba a chorros y mis brazos
del lado de la muñeca destilaban sudor cual olla de agua hirviendo.
Atendía mis negocios en una oficina en el norte de la
ciudad donde un amigo quien era también mi cliente me ofreció la suya sin
vacilaciones, era lujosa y muy cómoda, contaba con secretaria y empleada de oficios varios,
mis clientes recibían la mejor atención y no faltaba el pocillo de café Juan
Valdez y el vaso de agua, todo esto con el fin de recibir el poder en los
negocios pretendidos, aquellos otros que constituían más que todo un favor o su
lucro no era tan apetecible, los atendía en el apartamento de doña Hilda, mi Tía paterna, mujer de muchas batallas y con genio recio propio de la forma en que fue
criada, se incomodaba porque le usaban el baño y muy pocas veces se le veía sonreír, sobre todo si no recibía bonificación de mis contratos, eso sí, se
ubicaba muchas veces en la puerta de la oficina de modo que si escuchaba el
pago de un anticipo, entonces ese cliente recibía el agüita de limón que
preparaba sin azúcar.
Llegue a mi destino y allí estaba el ovejo en compañía de
su esposa, su hermana y la hija de su hermana, su sobrina Catalina. Se hallaba
ojeroso, nervioso y bastante pálido y delgado, no entendía como una persona tan
jocosa y de pocos recursos económicos, padre de seis hijos y cabeza de familia
podrían dictarle orden de captura cual amenaza para la sociedad, este amigo a quien conocía de muchos años y quien no pudo terminar una carrera profesional
no tenía el perfil de haber estafado a nadie, ni mucho menos haber participado
en el delito de falsedad en documento privado y concierto para delinquir.
Quienes lo conocíamos muchas veces lo vimos vendiendo productos de puerta en
puerta, su apariencia deslucida mal podrían inferir de él un estafador que muy
a pesar de su pobreza económica mantenía un estado de ánimo por el cielo y sus
dichos propios del arraigo costeño eran motivo de risas y carcajadas ¿Cuál
amenaza para la sociedad? Me pregunte.
Como pudo me contó su historia y en medio de su narración
no dejaba de recordar aquellas enseñanzas en nuestra época de estudiantes, la
profesora nos decía: Educa a los niños y no será preciso castigar a los
hombres. Compartimos la misma escuela y
la misma profesora, Ernesto Sierra Becerra estaba siendo acusado de unos
delitos que no cometió. Su esposa sentada a su lado nunca soltó su mano y su hermana, era quien asumiría mis honorarios, el cual
rechace inmediatamente, sin renunciar a los gastos que tendríamos en este
asunto. – ¡Claro que si Doctor! Yo le
hago llegar con mi hija mañana mismo el anticipo, replico su hermana Ivonne.
– no es un anticipo, son para los gastos, que quede claro. Bueno, no siendo más, la espero mañana,
respondí.
Mi experiencia en este asunto era amplia, de hecho una
semana atrás había atendido un caso similar, llegue temprano a mi oficina del
norte, ansioso de empezar mi labor, mi teléfono sonó ¡Si buenas tardes! – Doctor le habla Catalina
¿Cómo está? – sí, muy bien gracias ¿cómo estás tú? –Doctor es para lo de mi
tío, ¿me recuerda? –Claro que sí –
Doctor es que ya le tengo los papeles que pidió y el dinero para los gastos -
bueno, en ese caso te espero acá en la oficina.
Eran las 3:00 pm, cuando se oyó el timbre, sigue adelante
le dijo la secretaria – Hola doctor ¿como esta? Bien, bien, mejor ahora que te
veo, le dije – la había visto con bastante disimulo pero no dimensionaba lo
hermosa que era, me acorde de mi amigo Ginecólogo Danilo Vitola Betancourt, de
seguro sin mediar palabra le hubiera hecho el chequeo de citología, pero
inmediatamente me recompuse – ¿Doctor y usted cómo ve ese caso? Nosotros de
verdad necesitamos que usted nos ayude con todo, a mi mama no le importa pagarle
sus honorarios pero que le ayude de verdad – Bueno lo que yo necesito es que él
sea sincero conmigo y me diga todo lo que sabe, que confíe en mi asesoría y me
entreguen los gastos que les pedí, mientras hablaba pensamientos atrevidos se
entre cruzaban cuales cortos circuitos echando chispas, era una sensación
extraña, procure sentarme al lado de ella para evitar formalismos, sin embargo,
mi frente empezó a brillar – Trajiste los gastos, le pregunte – ¡si Doctor mi mama se los envió! Se levantó de la
silla y saco el dinero del bolsillo de su pantalón descaderado advirtiendo en
ella el camino de su fino vello abdominal.
Tantas enseñanzas vividas no podrían desquebrajarse con
la sublime tentación que se extendía sobre mis manos. Como pude contuve mi excitación y seguí en mi
labor - de verdad me gustaría hacerte
unas preguntas de este caso, que me cuentes si sabes algo, si has visto a tu
tío comprando cosas que por lo general no compraría, si has notado que sus
ingresos económicos han mejorado, en fin, dime que sabes o si has visto algo,
le dije – Doctor la verdad es que mi tío no tiene plata y todo lo que se ha
dicho es mentira, él es un gran padre y si bien es algo alborotado y
desordenado con las mujeres, él es muy responsable, pobres pero honrados, él no
se lo ha dicho, pero él está bien asustado con todo esto. Por más atento que estuve ante sus declaraciones
no dejaba observar a tan despampanante mujer y mi mente oscilo en el patrón
genético por línea de su tío, preferí mantenerme en silencio - ¿quieres tomar
algo, un vaso de agua a te gustaría un café? – gracias doctor un vaso de agua
estaría bien – Mi garganta se encontraba seca, había un conflicto en mi mente,
por un lado seguir atento su información y por otro deleitarme en tal destello
de mujer – Gracias Gina muy amable - Doctor ya Dairo llego ¿usted necesita
algo? – Si por favor dile que siga – sutilmente me levante del asiento y me ubique
en mi sillón detrás del escritorio, allí estaría menos expuesto al llamamiento
de su inmaculada piel combinada con su precioso y ensortijado cabello. Hola Dairo. Cuéntame ¿cómo te fue en los
juzgados, pudiste hacer todo? - Si jefe
todo como Ud. me dijo, no hubo problema con nada y me entregaron los oficios –
ah bueno si es así dile a Gina que te de la plata y los envías inmediatamente
por favor - mirando sin querer mirarla dio cuenta de la belleza extraordinaria
de esta joven mujer, luego me miro queriendo no salir y finalmente salió de la
oficina asegurándose de cerrar la puerta.
Maldita tentación me tenía sometido, ahora este tipo
cerró la puerta – Doctor Ud. no necesita una secretaria, me pregunto – de
verdad que no, pero si quieres me traes tu hoja de vida y con gusto la
estudiamos a ver en que te puedo ayudar – no doctor no es para mí, es para una
amiga. Mientras hablaba se levantó de la silla y camino hacia mí, mis ojos
cuales faroles recién encendidos estrepitaron sus pupilas. Nuevamente me poseyó
el chucky, sus pechos cual neonato me llamaban para el lacto, todo su cuerpo lo
tenía enfrente – doctor ¿Ud. puede creer que a mis 23 años no tenga novio? Mis
ojos vagaron por su estómago plano vislumbrando el jugueteo con su piercing de
ombligo, mi mente nublada por el deseo malsano de la sexualidad sabía que si
daba el paso sutil de una caricia correría peligro mi integridad tantas veces
aludida, me miraba primero abajo y luego directamente a los ojos, nos miramos y
nos sonreímos de forma muy cuidadosa, como si no quisiéramos que nadie se
enterara de nuestros pensamientos truculentos. Mientras me deleitaba
ciegamente, mi mente convulsiono y entonces me contuve, a ver Catalina,
siéntate un segundo y charlemos entonces de lo que vamos a hacer, de seguro no
tardara mucho tiempo en que tengas un buen novio.
Tome el teléfono celular y marque - Ovejo mi hermano,
para confirmarte que mañana te recojo a las 6:30 am y nos presentamos a la
Unidad de Reacción Inmediata – Listo Doctor Estarita, lo espero. Algo que me
quiera decir, pregunto. – ya todo está dicho.
Conteste
- Amor tú vas a
estar bien, tu amigo te va a sacar de esta, ya verás que mi Dios y la virgen no
te va desamparar, Célica tomaba fuerzas ante su esposo, con tal de no hacerlo
sentir mal – por favor cuida a los niños, fueron las palabras de Ernesto, la
tomo entre sus brazos y la cargo sutilmente hasta acostarla en su cama, le
retiro su pañuelo color rosa de su cabeza y la acomodo en la almohada y con
mucho celo la arropo con la sabana, se sentó a su lado y le seco las lágrimas
que empezaron a brotar, la miro y le dio un beso, ella sonrió sin dejar de
sollozar. No quiero que llores por favor, quiero acostarme aquí contigo y
decirte tantas cosas, tantas cosas que jamás ni mi vida, ni el tiempo alcanzarían
para terminar, contigo alcance mi plenitud, nuestro amor se transformó en vida
y ni la muerte misma podrá borrar todo lo que hemos vivido. Tal vez me ausente
un tiempo pero al lugar donde este siempre pensare en ti y en nuestro hijos - Ven, acuéstate a mi lado dijo ella. La verdad es que ha sido muy bonito esta
aventura ¿Te acuerdas cuando me metiste en una casa abandonada después que
salimos de la discoteca? ¡Que locura! ¡La discoteca! Exclamo Ernesto, ¿El día
que llego la luz y no agarraron haciendo el amor en la terraza? - Qué pena con
mi papá también, ese carro era nuestro hotel.
Una vez amaneció, Ernesto subió a mi carro, sus hijos
todos se despidieron de él, su esposa le dio un beso y le recordó sus
inyecciones de insulina, el ovejo se puso ropa cómoda y se afeito tal como le
recomendé, en el camino mantuvo la calma y escucho uno a uno mis sugerencias,
él no dimensionaba lo que estaba por vivir, nos presentamos ante los
funcionarios de la Policía judicial tal como lo acordamos, deseaba con prontitud
el inicio de las audiencias de legalización de captura, imputación de cargos y
medida de aseguramiento. Le fue tomada una declaración libre y espontánea
rompiendo el silencio con autorización previa de su abogado, no había nada que
ocultar y ante las acusaciones se declararía inocente. Nuestros amigos en común
empezaron a reventar el chat, alcance a registrar más de 846 mensajes de apoyo
y de ánimo, pero note con mucha galanteo un mensaje por el whatsapp de Catalina
- ¡quiero que me invites a almorzar!
Terminada la gestión de la policía judicial de la mano
con el fiscal encargado de la investigación, la audiencia ante el juez de
control y garantías quedo programada para las tres de la tarde, entonces
aproveche y le respondí a Catalina – ¡te espero por acá y almorzamos! – Doctor pero está cayendo un aguacero –
bueno una vez puedas nos encontramos, le dije. – espéreme que le tengo una
sorpresa. Me despedí del Ovejo, dejando algún dinero en su bolsillo, sabía que no
tenía dinero y en la carceleta siempre es necesario, facilita las cosas a
quienes lo poseen, las recomendaciones eran vitales por su problema crónico de
diabetes, sin embargo, dormir en el suelo helado y mal oliente no era
confortable para nadie, más si se es inocente de delito alguno y preocupante en
mayor grado cuando se comparte celda con personas de dudosa reputación. Le
extendí mi mano y lo abrace mientras pude, una parte de mi energía se quedó con
él, sabía que no sería fácil, pero lo que yo podía hacer, ya lo estaba
haciendo.
Una vez desocupado le escribí a Catalina quien me dejo
algo inquieto con su afirmación que alerto mis hormonas pero no me respondió,
me ubique a un lado de la acera y mientras allí estaba, miraba a los
transeúntes atravesando las vías montados en caminos de madera, con el
propósito de no mojar su calzado, observaba el arroyo provocado por la lluvia
cual tradición en esta ciudad en un futuro ya no lo será, sin embargo, permiten
el trabajo informal del rebusque, ubican tablitas de un andén a otro
procurándose algunas monedas, nada tan normal como esto después que cesa la
lluvia, la gente pasaba de lado a lado, nada misterioso, nada diferente, el
cobrador extendía sus manos solo para recoger su dinero, y de pronto, allí
estaba ella hermosa como siempre, el
cobrador la tomo de la mano y no quiso soltarla cual caballero de sangre azul,
tenía un blue jeans pegado a su cuerpo, de esos que se encojen más y más cuando
llegan al tobillo, de esos estilo pitillo, su blusa era súper sencilla,
contrariamente propicia para un día de verano, sin hombros, muy femenina y
coqueta, ideal para estos calores que las obliga a lucir un poco más
descubiertas, tenía un caminar que no desentonaba en lo absoluto, todo era sexi
en ella, su cuerpo era mágico y su cabello ensortijado y despeinado la hacía
lucir muy casual y a la moda. Del otro
lado, con ritmo apresurado tal vez por el cierre de los juzgado, sin nada de
cuidado un sujeto avanzo hasta donde pudo y al llegar al encuentro con ella, la
tablilla cedió y se partió y tratando de ayudarse en su intento infructuoso de
no caer, echo mano y la trajo de la muñeca a su destino, la bella Catalina cayo
de bocas sobre el arroyo, que de forma lenta y angustiosa se reincorporo,
levantó su cara sin querer mirar ni que la miraran, sus manos deslizo sobre su
cuerpo arriba y abajo como si con ellas pudiera limpiar y secar aquel
bochornoso acto, dando cuenta de su imposibilidad entonces se encolerizo y echo
su mano sobre aquel, uppercut y bolo punch lanzo una y otra vez sobre su cara,
aquel torpe transeúnte no hizo más sino cubrirse con el brazo izquierdo protegiendo su rostro
y con la otra mano sostenía su maletín de cuerina totalmente enchumbado.
La romería Inmediatamente se hizo presente y no
precisamente para socorrer, en pleno centro de Barranquilla la tradición es la
algarabía, la guachafita, la chifladera, ¡Pégale! ¡Pégale! ¡Pégale! Gritaban
algunos como queriendo avivar el fuego de aquel lamentable y triste episodio
poco envidiable. Catalina descargó su ira como pudo y luego vino inmediatamente
el llanto, me baje del carro y abrí el baúl, tome la toalla preferida de mi
hijo que tenía allí como prevención para cuando llueve, salí a su encuentro y
la arrope, ella se dejó abrazar y la tuve en mis brazos, susurro a mi oído – Me
duele el brazo – claro le dije, después de aquellos golpes lanzados te tiene
que doler - no doctor, me golpee el codo al caer. Sin dudas, aquel duro golpe recibido
empezaba a hincharse, su codo enrojecido casi no tenía movimiento - ¡Hielo! ¿Alguien
tiene hielo? Pregunte inmediatamente –
Vio lo que me pasa por estúpida, puedes llevarme a mi casa, me pregunto – claro cómo no, pero espera y te colocamos
hielo sobre el codo. - No señor,
insistió - Lléveme por favor, ya quiero irme de aquí. La bella Catalina, aquella de cabellos coquetos
con su cambio a gallina remojada parecía perder la cordura, sus emociones no le
permitían ver el daño sufrido y aun reconociendo su dolor se negaba a recibir
la ayuda inmediata – un poco de hielo te servirá, no te desesperes – ay mi hija
ya cálmate le dijo la señora vendedora de Tuti Fruti - con una compresa le fue
colocado el hielo sobre su codo - si te molesta puedes aflojarlo un poco -
Gracias respondió. Su malestar era tal que afloraba en ella una halo de
antipatía desdibujando intenciones desinteresadas en quienes querían
colaborarle ¿Nos vamos entonces? – ya te dije que si ¿me va hacer el favor sí o
no? Mis ojos se estrepitaron ante tal
cuestionamiento, mi amabilidad estaba punto de quebrarse, fruncí el ceño y ella
cual cochino apunta de ser sacrificado me hizo ojitos en búsqueda de piedad, mi
capacidad de racionamiento estaba siento infectada por el virus de la
sensualidad que antepone valores y acepta ultrajes solo mientras somos
saciados, estaba que la mandaba pal carrizo. – ¡bueno
dame la dirección! –
ella subió se acomodó al asiento y pregunto ¿estas molesto? ¿Te puedes imaginar
cómo me siento? - Realmente no sé cómo
te sientes pero me lo puedo imaginar, pero nada de lo que te ha pasado he sido
culpable, me dijiste que querías almorzar conmigo y aquí estoy, así que por
favor tranquilízate. Le respondí.
Su pantalón de blue jeans mojados ceñidos al cuerpo de
reina dejaba poco a la imaginación,
sobre todo con ese trasero costeño del cual aquel pintor y campeón nacional
mosca sietemesino Leonardo Aguaslimpias hubiera querido plasmar el oleos sin
importar que no fuera mulata. ¿Bueno y solo te golpeaste el codo? - pregunte – suavemente como pudo levanto un
poco su blusa, dejándome ver su abdomen algo irritado y rojizo – También me
duele un poco aquí, pero no tanto como el codo – ¿adónde vamos? Fijamente la mire esperando su respuesta –
¿me estas seduciendo? - no para nada solo que me gustaría saber definitivamente
a donde te llevo – entonces me miro y con voz sumisa me dijo ¿quieres revisarme
toda?
No podía creer lo que esta mujer me decía, tenía más
ondas y frecuencias que las olas del mar, mis latidos se escuchaban más claros
y diáfanos que la música de mi USB, un minuto antes estaba que la bajaba del
carro y ahora solo faltaba reclinar el asiento, sabía que no era normal lo de
esta chica, dejarme tentar de una loca sería terrible, pero mis hormonas
recibidas como heredad no tenían conciencia y ellas cuales golfa son fáciles de
provocar y con nada se entregan.
-
Bueno, no sé, ¿te golpeaste en algún otro
lado? Mantuve mi compostura, y seguí concentrado en llevarla a su casa - yo
vivo en Nueva Granada, ¿Sabes dónde es? ¡Claro que sí! Subí por la calle Líbano, no
habíamos avanzado muchas cuadras, de hecho aún no llegábamos a la avenida
Murillo –Discúlpame me puedes regalar una botellita de Agua – claro que sí,
¿con gas o sin gas? – sin gas, Exclamo. Tomo la botella y empezó a beber con
tal ansiedad, que mojo una vez más su blusa – ¡Cuidado te estas mojando! – ya
me siento mejor, la verdad que sí, ¿te molestaría si te pido que me lleves
almorzar? Discúlpame la verdad claro que
me gustaría, pero no si sea lo correcto con ese brazo así como lo tienes -
¡Mira! Ya está mucho mejor, ¿ves? Ya lo puedo mover.
Sonreí un poco y me alegro verla también mejorada, su
blusa evidenciaba con facilidad el encaje sexy de su brasier y su cabello
empezaba nuevamente a mostrar el ondulado natural, la mire suavemente sin que
pensara en que la estaba seduciendo, tomo mi mano y la beso sutilmente, me
sonrió y clavo su mirada en la mía – ya estas mejor, le pregunte - como
queriendo interrumpir aquel momento que me tenía congelado. – Discúlpame, sé
que eres casado, y se ve que eres un buen tipo.
– No hay problema le dije, no te sientas mal, si quieres vamos aquí al
centro comercial y comemos algo ¿quieres? – Si tengo hambre, hay que pena
contigo. Espero no molestarte. Comimos
como pudimos, la audiencia de Ernesto debía empezar, entendió que no teníamos
mucho tiempo y por más que quería ocultar su golpe, el codo se hallaba bastante
magullado – qué pena doctor todo lo que ha pasado, que pensara usted. – le
sonreí y asentí con la cabeza dejándole ver que todo estaba bien. – tranquila,
no te afanes, por alguna razón siempre están los imprevistos, si quieres una
vez resuelva lo de tu tío, nos volvemos hablar. Nos retiramos del lugar, ella
tomo un rumbo y yo me dirigí donde el fiscal.
La sala de audiencias se encontraba totalmente
abarrotada, el público y las víctimas tenían total interés en su desenlace, el
juez le otorgo la palabra al fiscal y este abrió el cuaderno de la legalización
de captura, sobre la cual no hubo reparo en ella, no encontrando violación a
los derechos de mi defendido, seguidamente se inició la audiencia de Imputación
de cargos, poniendo de relieve los elementos de prueba que según el fiscal
constituían certeza legal suficiente para imputar los delitos, no revelo
huellas, ni rastros, no había contratos, tampoco títulos valores nada que
infiriera una actividad delictiva, no se mencionó arma alguna, no presentaron
extractos bancarios, dinero, ni bienes en cabeza de Ernesto, no había
fotografía o video que inculparan a mi defendido, ningún mensaje de texto,
correo electrónico o similar, cuatrocientas denuncias y en solo dos se mencionó
su nombre. Según el fiscal el testimonio de aquellos eran generadores
suficientes de razones y motivos para imputar los delitos. Ernesto sin titubeo
se mantuvo firme en su inocencia, tomó el micrófono una vez el juez lo autorizo
y pregunto, señor Ernesto Sierra Becerra, ¿cómo se declara? – Inocente Señor
Juez.
Sin perder más tiempo el señor juez de control y
garantías dio inicio a la audiencia de Medidas de aseguramiento, el fiscal en
una especie de cizaña desmedida tal vez con el propósito de amparar su tarea en
la búsqueda de los verdaderos estafadores y sin resultados confiables que
brindar a las víctimas, solicito al juez la detención preventiva en centro de
reclusión, su tesis a pesar de que el ovejo no tenía antecedentes penales, los
argumentó sobre el supuesto acceso que este podría tener sobre un computador el
cual lo calificaba como un peligro para seguridad de la sociedad. Nunca antes había escuchado tan espuria
argumentación, Ernesto me miro y discretamente pregunto ¿me voy para la cárcel?
La suerte de este amigo en buena parte estaba en mis manos, había tomado atenta
nota a cada una de las declaraciones injustificadas de la fiscalía, tenía
conocimientos suficientes para derruir sus intenciones excesivas y desesperadas
emulando falsos positivos, se hallaba molesto con este proceso y a como diera
lugar quería calmar las voces reclamantes de las víctimas que exigían a su
oficina resultados contundentes, estaba en boca de los medios de prensa y sabía
que sus superiores esperaban de él un
trabajo pertinente y adecuado pero estaba olvidando su obligación de investigar
tanto lo favorable como lo desfavorable a quien se le había imputado los
delitos y contrariamente cercenaba sus garantías procesales.
Tome el micrófono con mucha calma, respire pausado y
lamente el infortunio de las víctimas, reclame del fiscal su obligación de
indagar e investigar, las victimas necesitaban verdaderos resultados y no
apresurados, endilgando acusaciones en quienes nada tienen
que ver, intente persuadir al Juez de todas y cada una de los
inverosímiles señalamientos del fiscal, apunte a las virtudes de mi viejo
amigo, al apego de su familia y a su responsabilidad como padre cabeza de
hogar, a su condición económica totalmente contraria al delito de estafa por
más de mil millones de pesos, a la falta de tipicidad bajo la ilegítima
afirmación de amistad entre este y quien ciertamente había cometido el delito,
apele al corazón del señor juez sin dejar de mencionar la normas penales que me
daban la razón, el fiscal bajo su mirada en cada palabra dicha, el juez
atentamente escuchaba sin dejar de observar al fiscal, los abogados de las
victimas asentían con la cabeza, un simple trabajador de una empresa no lo hace
estafador, ni aun siendo directivo puede imputársele un delito con pruebas
carambolas e indirectas, pues sabido es que el principio esencial del derecho
penal en la responsabilidad personal e intransferible, y en ninguna de las
denuncias existían pruebas suficientes para que mi defendido absurdamente fuera
privado de su libertad. Termine mi intervención y espere la decisión del señor
juez. Ernesto empuño mi mano y sonrió. Casi me haces llorar, fueron sus
palabras, me alegro saber que aprobaba mi intervención, mire hacia atrás y no
vi a nadie más, sino a Catalina, que como sol de mediodía encandilaba la sala y
solo ella se veía. Aporreada pero
vestida con otra ropa note su minifalda y un cabestrillo que le colgaba del
hombro y sostenía su brazo lesionado, con rostro serio y adusto esperando la
decisión final.
El juez se tomó un receso que no duro mucho tiempo, me
hallaba nervioso e inquieto, la prensa estaba en la sala y ya los medios
publicaban fotos, también estaba en juego mis calidades como abogado defensor,
mi prestigio y mi buen nombre, era la fiscalía o era yo.
-
Visto y analizado los elementos de prueba
aportados por la fiscalía y escuchados atentamente la intervención de los
abogados de la víctimas y del abogado defensor, este despacho judicial se
abstiene de decretar medida de aseguramiento en centro carcelario por no
encontrar en el imputado razones que atenten contra la seguridad ciudadana y en
consecuencia le otorga detención preventiva en su residencia.
Una lagrima broto de mis ojos, hinque mi cabeza y
agradecí al eterno, el ovejo me abrazo y su nerviosismos afloro en carcajadas y
risas, ese era mi amigo el Ovejo, un hombre con un corazón limpio
experimentando una causa penal del cual era totalmente inocente. Su familiares
me abordaron y mis palabras fueron pocas - hola como sigues le pregunte a
Catalina – ella sin timidez alguna, me contesto de lo más normal y delante de
todos sin amilanarse me pidió un chance hasta su casa. La verdad me hallaba
algo cansado pero delante de todos no podría negarme, sobre todo con el
cabestrillo ortopédico usado. – ay
doctor que pena, mire que la niña tuvo un accidente y se cayó, hágale ese favor
¿sí? – Su madre me hablaba en favor de ella y ya eran más de las diez de la
noche y finalmente no
tendriá que desviarme mucho camino a casi, de modo
que acepte.
Llegamos al lugar y
estacionamos, sin mediar palabra tomo mi mano, la luz era poca y se me acerco,
pase saliva y mi garganta estaba seca, esta chica me ponía nervioso y me
exponía al llamamiento de su inmaculada mirada, la mire sutilmente e inhale
aire con mucho cuidado sin que interrumpiera su iniciativa, se acercó a mi
asiento y coloco sus labios cerca de los
míos y sentí el dulce roce de su piel, su aliento fresco y juvenil dejo caer
sobre mi respiración que poco a poco me asediaba más, no me opuse, ni me adelante, deje que el
tiempo hiciera su recorrido y disfrute cada milímetro de espacio mientras se
develaba el final, no estaba nervioso y sabía que ella tampoco, estuve a punto
de tomar la iniciativa en el beso pero no quise apresurarme para no lastimar su
codo, sentí sus labios que junto a los míos se entrelazaban en el dulce néctar
de la pasión, era un momento alucinante, su lengua frenéticamente detonaba en
mi boca, estaba a punto de un colapso cerebral y solo se escuchaba suavemente
un gemido Implorando más y más, nuestros labios se entrelazaban una y otra vez
en un jugueteo de éxtasis cual ritual de fuego ardiente, previendo que se
lanzaría encima en cualquier momento, esta chica quería devorarme allí mismo.
Estaba profanado mis votos matrimoniales, con aquel beso ardiente que se abría
paso a lo impensable, aquel cuerpo mágico reclamaba sin clemencia sometimiento
y sumisión, estaba indefenso y proclive a la fantasía feroz que tomo mis labios
como si fueran suyos, los saboree y con pequeños mordisquitos dados hicieron
estremecer toda su boca, se retiró sin dolencia alguna ese cabestrillo
molestoso, alzo su brazos y sus manos no paraban de acariciarme, aproveche que
se alejó para mirarme y la mire, aquella sensación de cosquilleo ya estaba en
todo su cuerpo y el fervor emancipado calentaba y nos quemaba, sentí que me
estaba robando el alma y mi fidelidad pero ya nada tendría freno. Se pasó
definitivamente a mi asiento y se postro sobre mi cuerpo ahogándome lentamente
con su saliva, mi cuello humedecido de tantos besos lujuriosos agitaban mi
sentir, sus caderas bailaban de un lado a otro, bamboleándose se mecía sobre mi
pelvis sintiéndo la humedad de su cuerpo,
desabotono mi camisa y subió mi camisilla al cuello, no detuvo sus besos sobre
mis pechos y con mordiscos sobre ellos exalto mis feromonas, corrimos la silla
hacia atrás buscando espacio sin incomodar, desenfrenada no dio cuenta del
botón que se desprendió de la pretina de mi pantalón, me hallaba relajado y
sometido a su voluntad, despacio pero como loba en celo empezaba a descender su
besos de mi pecho, mis tetillas prominentes eran su deleite sin saber que mi
zona de mayor placer estaba en el perineo, luego de besar mis orejas se retiró
la blusa y me dejo amamantar de su pecho doble c, me apretaba firmemente
queriendo que me deleitara en sus picos, me tenía totalmente excitado, regreso
a mi pecho besándome salvajemente para finalmente retirar su panty y bajarme el
interior, delicadamente masajeo con su boca una y otra vez lo que creía
totalmente suyo y finalmente preparo su cuerpo para que mi amor penetrara su
infinito universo. - Huff que rico –
exclamo, con un gemido beso me miro y dijo, no hay honorarios pero aquí está tu
anticipo.