viernes, 5 de mayo de 2017

Háblame Dios

Sentado en el piso, su espalda descansaba sobre la pared estucada de blanco, de momento estiraba los pies y luego los recogía, tronaba los dedos de sus manos, observaba cual perito el trabajo ya terminado, el techo con mejor altura,  luces Led y en yeso cartón, la tenebrosa telaraña eléctrica ya no existía, todo fue mejorado, nuevos puntos eléctricos y la acometida ya no representaba un peligro, había gastado tres veces el presupuesto inicial fijado, pero contrario a sentirse animado, se sentía vacío, ese esfuerzo dejo incomodidades y caras largas, el lugar de los televisores fue cambiado, los aires y los armarios también fueron reubicados, pero en un descuido en el pago de su servicio de tv-cable, le fueron suspendidos y ello fue el detonante o más bien el develo del antifaz, consintió que el trabajador conectará el televisor al servicio de televisión por cable del primer piso y siendo descubierto fue llevado al paredón de la humillación, del descalificativo, de la marca cual apóstata sentenciado al desprecio voraz de quienes le trataban, había mejorado notablemente las condiciones del lugar habitacional de sus hijos, miraba hacia la cocina y había constatado que todos los enredijos de espacios estuvieran sellados, reubico la nevera, la sala también se veía más reluciente, contratiempos, incomodidades, claro que sí, pero finalmente mirando sin observar, se veía a sí mismo, cabizbajo y apenado esperaba el pago de sus honorarios para cancelar la facturas de dos meses que sostenía en sus manos, luz, gas y servicios de internet, teléfono y cable, peor aún, no le había pagado la quincena a la empleada de servicios, en fin, se dio cuenta que estaba solo, que asumió costos y gastos que eran necesarios pero no urgentes,  que si bien se deleitó en el fin trazado, lo embargaba una pena sin consuelo, no por el dinero que no recibía, sino porque sentía que no merecía tal trato esquivo y despectivo. 

Sollozo subió las escaleras al tercer piso, aun se hallaba en obra negra, camino hasta el borde y decidió sentarse en él, sufría de vértigo pero su estado somnoliento no dio aviso de eso, miro hacia el cielo y su mente cavilo sutilmente sobre ideas que disgustan, medito sobre lo aprendido y sobre lo vivido, experiencias de otros y enseñanzas de muchos, desde niño sometido a creencias religiosas, a la persignación y al rezo,  en la imposición de la fe, aquello que no se ve, pero se siente, aquello sobre lo cual no se puede discutir, no poner en duda,  ni entredicho, por más que alegara el derecho de no creer en su defensa,  el martillo justiciero de fanáticos creyentes reprochaba y clavaba el abominable hierro sobre su sien, la letra escarlata o el ocultamiento temeroso y reservado de no ser descubierto por su incredulidad, discriminado cual confeso señalando su osadía blasfema. Levanto la mirada y entonces dijo:

¡Oh Señor!  tu que todo lo sabes y todo lo ves, a ti no te puedo mentir, no creo en tu existencia, mucho menos en las historias escritas sobre ti, creo en el amor como fuente de vida, como antagonista de la violencia, creo en la humildad y en la sinceridad como base de progreso, en la dulce palabra como puente de comunicación, edificante de tolerancia aun en disenso, creo en el error como fuente de éxito, en el apego a la naturaleza,  en la dulce admiración del canto de aves matutino,  en el polen de las flores,  en la cigarra y en la luciérnaga que vuela,  creo en el amor a los detalles, grandes o pequeños,  en el abrazo de mis hijos y en el beso de mi esposa,  creo en la amistad, aquella que sin preguntar y sin dudar,  dice presente cuando muchos se van, pero me incomodan los fariseos, los arrogantes y los traicioneros, prefiero un enemigo sincero y no al hipócrita que te da un beso,  amo el sol por la mañanas y a la luna cuando llega, ese soy yo, el amante y el que escribe versos sin darme cuenta, el amigo y el papá,  el hijo y hermano, ese soy yo  el jurista togado, quien también sueña y anhela, que sin tener a quien Orar se le arruga el corazón y llora de tristeza, Dios, cómo me gustaría que existieras!



final de una vida

He aquí un hombre contemplando el final de una vida, nos creemos fortachones, dueños del mundo y nos vamos en silencio, solitarios y am...